El pasado 13 de septiembre celebramos el Día del Socio de la Asociación de Ictus y otras Lesiones Cerebrales con una jornada que combinó cultura, convivencia y mucho afecto.

Por la mañana visitamos el Museo de la Minería y la Siderurgia, donde descubrimos parte de nuestra historia común y de la identidad de Asturias. Más tarde, disfrutamos de una comida en el Palacio de las Nieves, un espacio que se llenó de conversación, risas y cercanía.

Pero lo más importante de este día no fue el lugar, sino lo que compartimos. Estos encuentros nos permiten conocernos mejor y fortalecer los lazos entre quienes ya nos tratamos habitualmente. Tenemos algo que nos une y que hace que nos comprendamos con facilidad: nuestra experiencia vital y nuestra pertenencia a la asociación.

Cada jornada compartida nos amplía la mirada, nos abre puertas y nos invita a aprender unos de otros. Ese intercambio mutuo nos enriquece y nos reconforta, porque sabemos que la vida nos enfrenta a dificultades muy diversas y que la mejor forma de afrontarlas es hacer piña, sentirnos parte de una comunidad unida.

En un mundo cada vez más individualista y acelerado, estos momentos nos recuerdan que merece la pena parar, mirarnos, escucharnos y valorar lo esencial. El ictus, por desgracia o por fortuna, a veces nos obliga a detenernos… y en esa pausa nos permite ver el bosque y no solo los árboles.

Las conversaciones mantenidas nos recuerdan, entre otras cosas, que detrás de cada calle, edificio, museo o restaurante no adaptado en nuestras ciudades y pueblos hay personas con nombres y apellidos que son más dependientes porque se les impide acceder con sus medios; que detrás de un ente público que no optimiza sus instalaciones para la neurorrehabilitación, hay personas que hipotecan el tiempo y los recursos de sus familias porque no se les permite mejorar; que detrás de todo aquello que no se habla porque no salta a la vista hay personas desconcertadas porque no se reconocen o no comprenden qué está pasando y no saben a quién acudir.

Podemos aceptarlo sin más o podemos reivindicar, inspirándonos en la fuerza de los mineros y mineras, que hay que eliminar barreras, ofrecer opciones flexibles para que las personas afectadas de ictus puedan acceder a la neurorrehabilitación que necesitan, expresar lo que sienten y participar activamente en una sociedad más equitativa e inclusiva.

Gracias a todos los socios y socias que hacéis posible estos momentos de convivencia y reflexión. ¡Seguimos adelante, juntos!

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